martes, 25 de noviembre de 2014

Marta Sanz, la rebelión de la literatura

Nos enseñó Marta lo importante que son los discursos de los hombres, el lenguaje interno de los que habitamos este mundo y nos ha instruido en la forma de identificar los códigos que nos esclavizan y hacen de nosotros unos seres que no queremos. Pero para descubrirlos e identificarlos
 hay que hacer un esfuerzo. Nos convenció de que la literatura ayuda a identificar mejor los mensajes que subyacen en la sociedad y nos subyugan. Una literatura cálida y amable pero que nos hace reflexionar sobre los hábitos cotidianos y nos hace removernos de los asientos tomados para saltar a cambiar las cosas que no están bien.   El 24 de noviembre de 2014 en el IES Dr. Fernández Santana de los Santos de Maimona estuvo Marta explicando su obra y exhortando a los niños a que lean literatura, a que transgredan las normas de una sociedad que les empuja a no pensar,  a someterse a las leyes de un mercado que destruye lo personal y verdadero y que crea injustas consideraciones sobre la persona y lo personal.
Contó una anécdota que ilustra lo que decimos: acudió a una charla con unas mujeres en la que ella charlaba sobre su obra y una de las mujeres se levantó y le dijo "todo eso ya lo he leído yo, pero he tenido que dejarlo porque llegué a pensar que mi familia eran todos unos animales domésticos." Es decir, la literatura la iluminaba y la hacía plantearse las cosas. Y tuvo que dejar de pensar, porque eso la llevaba a plantearse el sometimiento y la rebelión.
Gracias Marta por tu literatura y deseamos lo mejor para tu carrera literaria.




domingo, 9 de noviembre de 2014

SIETE AÑOS ATRÁS

Nos estrenamos un 28 de noviembre de un 2007. Acudía a Zafra Jesús Sánchez Adalid, párroco de Alange, que había escrito el Mozárabe con más de un millón de ejemplares vendidos. Sólo este dato nos ponía nerviosos. Mi sorpresa fue ver su imagen: llevaba el luto riguroso de su oficio religioso, pero su camisa  ajustada al cuerpo y un abrigo largo abotonado con simetría le daban  al personaje un toque de elegancia y lo hacían parecer una estrella de Hollywood. Su rostro había sido cuidado con esmero o eso parecía, la barba rasurada, el pelo recién cortado e incluso las cejas guardaban una simetría sorprendente. Justo ese día había ido con mis alumnos a Madrid para enseñarles la ruta mitológica del Museo del Prado. Parecía que el día entero iba a estar entre dioses. Recuerdo que en el avión leí en la portada del ABC, que me habían ofrecido, una noticia sorprendente por lo rocambolesco de su titular:  La red de clínicas abortistas tenía trituradoras conectadas a los desagües.

Durante la conferencia Jesús Sánchez Adalid hablaba sobre lo que es novela histórica y el compromiso de un escritor con la sociedad. Comenta la noticia que yo había leído en el ABC arremetiendo contra la ley del aborto.Durante la conversación en la cena nos habló de que le habían propuesto llevar su novela el mozárabe al cine. Lo despedimos con la sensación de haber conocido a una estrella.
El segundo autor que presentamos era el extremeño poeta y periodista Javier Rodríguez Marcos, amigo de Rafael García Cabañas, y por ello el encuentro se hacía más fácil. Fuimos a recogerlo a Mérida y nos pareció una persona muy culta, sincera y que buscaba lo sencillo y se alejaba de la fama. Fue tan afable, tan atento, tan familiar y cercano que se nos olvidó hacernos una foto y no conservamos ninguna con él. Hablamos de libros, de novelas, de algunos autores que nos gustaban, de su afición por Italia (había disfrutado de una beca en la embajada española) nos hablaba de rincones maravillosos de allí, de Nápoles y del museo di Capodimonte, que tuve que visitar. Leyó sus poemas en el Salón Chimenea del Parador, creando un ambiente poético acertadísimo. En la cena nos habló de su amigo y para él el mejor poeta actual Juan Antonio González Iglesias, al que leímos y descubrimos como gran poeta.
La tercera escritora invitada fue Belén Gopegui. Yo había leído algunas novelas suyas y me parecían muy extrañas, pero que buscaban el lado frío de las cosas, aunque sin abandonar una atmósfera poética, simbólica, era como si su padre, científico espacial, se hubiese reencarnado en un poeta y ambas mentes lucharan por entenderse. Los títulos eran muy sugerentes: La conquista del aire, lo real...




Llegó acompañada de  Constantino Bértolo. Belén sólo quedó con nosotros a la hora de la conferencia en el bar. No quiso quedar antes. Nuestros contactos habían sido muy precisos como si no quisiera participar de lo frío, pero la llenaban de una frialdad patente. La verdad es que la postura que mantenía en sus novelas la hacían más reservada con sus contactos, eso pensábamos nosotros. Quizás no le agradaban esos momentos lánguidos en los que una caterva de intelectuales elevan el nivel de la conversación con un tono de falsedad. Así que apareció por el bar del Parador diez minutos antes de que empezara el acto. Tuvo primero que acudir a la entrevista que le hacía la televisón local. Pero no sé por qué motivo Constantino y nosotros nos hicimos gratos y cordiales , nos preguntó cosas sobre el Seminario, lo que hacíamos, cómo lo hacíamos y le pareció un proyecto interesante. En la conferencia Belén habló de cosas difíciles: el escritor cuando escribe no está haciendo un acto individual, sino colectivo e intentaba demostrarlo. Por supuesto durante las preguntas que le hicieron apareció la de Cuba y ella explicó su posición. Cuando acabó el acto, el público quedó tan perplejo que la rodeaba haciéndole preguntas. Alguien del público le hacía preguntas a veces impertinentes que ella intentaba contestar. Pero se la veía agobiada. Nos buscó con sus ojos, que a mí me parecieron de los más extraños que había visto. Unos ojos pequeñitos pero muy brillantes y que parecían escrutar toda la realidad en porciones de detalles. Acudimos en su ayuda, y ella nos agradeció el gesto cambiando sus ojos de angustiada a complacida. Sabiendo su desafección con lo vanal, lo políticamente correcto, etc. y sospechando que no querría venir a tomar algo, le propusimos con mucha sutileza y dejándole claro que teníamos muchas ganas de conversar con ella, que íbamos a ir a una taberna y que no iba a ser una comida formal. Constantino y Belén se miraron, sonrieron y aceptaron. Lo que aconteció en la taberna del Monreal en la Plaza Chica fue maravilloso. Recuerdo a Luis Margüenda, su mujer Luisa, a Lola Lasala entre otros conversar con amenidad con Constantino y Belén y verles reír a carcajadas. Se habló de feminismo, del papel de la izquierda, de sus contradicciones, de la enseñanza. Les acompañamos al Parador con la sensación de que todos nos lo habíamos pasado muy bien.
El cuarto autor y el último de aquel lejano curso fue Luis García Montero, casi nadie. Rafael tenía mucha ilusión, pues era su poeta preferido. Habíamos quedado con él el domingo 13 de abril por la noche, pero nos llamó y nos dijo que iba a ver el partido Real Madrid-Murcia y que saldría de Madrid temprano para llegar a tiempo al acto que se celebraba en el instituto de enseñanza secundaria. El 14 de abril estaba en Zafra, qué casualidad, el día de la Segunda República. Recuerdo pasear por Zafra junto a PPK, que  nos explicó algunos detalles históricos de la ciudad, y distinguir algunas banderas republicanas que causaron impresión a García Montero. Todas estas casualidades republicanas despertaron en Montero la sensación de estar en una de las misiones pedagógicas de la República. Vestía con vaqueros y daba la sensación de lo que él había escrito, una Musa vestida con vaqueros, aunque llevara chaqueta. Nos impresionó su gran memoria para la poesía, sobre todo la actual, su gran conocimiento de toda la poesía que se escribía en España. Nos contó su amistad con Alberti, con Ángel González, con Benjamín Prado, con Chus Visor. Sus problemas con los herederos de Alberti. Sus actividades políticas, su amistad con Sabina, del que recibió una llamada cuando caminábamos hacia el Parador. Después de una buena siesta, nos volvimos a ver en el Parador, dio su conferencia y recitó poemas suyos, del que recuerdo el que le dedicó a la muerte de Antonio Machado en Colliur, y otro sobre su despedida en Rota. Recita bien este García. Después fuimos al bar La Fea y allí de pie charlamos como entre amigos, bebiendo vino de pitarra.