Foto: Claudia Vázquez |
El último invitado de esta temporada ha sido Eduardo Fraile, poeta y además editor
en Tansonville (razón de su presencia en nuestro ciclo Labor(arte), uniendo arte y gestión), quien se ha acercado a Zafra
para compartir con nosotros sus impresiones sobre arte y poesía, presentado en
primer lugar en la matiné realizada en el
IES Suárez de Figueroa por el profesor José Carlos Martínez Yuste y posteriormente su colega José Juan Martínez Bueso le presentó en la velada poética que se inició a las
20’30 en la Sala Capilla del Parador deZafra.
Su obra, como adelantamos en la revista Madreselva, es evocadora siempre de su infancia y adolescencia,
escenario desde donde interpreta su realidad haciéndola siempre actual y
reconocible en un retablo vivo por donde pasean y conversan personajes de libro
en libro, enriqueciendo el paisaje vital del poeta, desde el yo central,
haciendo una sinfonía coral en un lenguaje sencillo y coloquial, dejando que el lenguaje se haga a través de
nosotros en palabras de Eduardo Fraile.
Podemos distinguir dos grandes etapas en su poesía.
La primera época es de
aire gongorino, de oscura expresión, que abarca desde sus primeras obras publicadas
a inicios de los 80. Seguidamente aparece un período de transición en el que se
va desprendiendo de los ropajes encorsetados de la metáfora hermética, iniciado
ya en el siglo XXI con obras como Con la
posible excepción de mí mismo (2001) o Teoría
de la luz (2004) hasta derivar su
expresión poética en la sencillez y la proximidad de su estilo conversacional
de la poesía de la anécdota o poesía figurativa
(al decir de José Luis García Martín), un estilo que Eduardo Fraile agrupa
conceptualmente bajo el epígrafe de Apuntes al natural que inicia en 2007
con Quién mató a Kennedy y por qué
sobre sus tres ejes temáticos de sus recuerdos: Madrid, Valladolid y Castrodeza,
iluminado por la magia y la épica que emanan de su memoria.
Este poeta vallisoletano sigue un proceso psicológico a la
hora de componer y es dejar llevarse del inconsciente en la evocación que toma
un tinte improvisado y fresco, haciendo que se revele el lenguaje a través de
él, como si de un médium se tratase (y no el poeta que maneja y esculpe el
lenguaje), de ahí la naturalidad de
su apunte poético.
Eduardo Fraile nos trajo de su granero poético el
aroma de Valladolid en su obra luminiscente y viva de estampas y personajes,
ofreciéndonos en riguroso inédito una de sus Perlas ensangrentadas que
publicará en fecha cercana. De su palabra emana esa atmósfera grata y
confortable que nos acompaña como íntima oración para lanzar señales a nuestros compañeros de viaje en el largo y
provechoso camino de nuestra vida, reflejada en poemas donde palpita la memoria
de esa experiencia vivida que hacemos nuestra en la suya. Poesía para todos alimentada por el paraíso perdido actualizada y revitalizada siempre impulsando nuestra realidad.