Si queréis conocerla un poco más os dejo el enlace a su página web:
Entre sus numerosos premios y distinciones destacamos: Medalla de Andalucía en 2007 y Premio Nacional de la Crítica 2010.
En el Patio de la Cancela del Palacio de Viana, en Córdoba, hay un azulejo donde pueden leerse unos versos suyos:
La vida es este trago
de dualidad y silencio, la sospecha
de haber llegado tarde o quizá demasiado
temprano hasta la reja.
Nace en 1945 en Villanueva de Córdoba.Sus libros de poesía:
Todos los libros de Juana Castro merecen leerlos. Al lector de poesía ninguno le dejará insatisfecho. Recomendamos una antología maravillosa y que ha merecido el Premio de la Crítica.
Y para terminar os escribo unos poemas de Juana Castro, Inanna (la condición divina de la mujer). Os dejo el enlace por si queréis escuchar su voz:
Como la flor madura del magnolio
era alta y feliz. En el principio
sólo Ella existía. Húmeda y dulce, blanca,
se amaba en la sombría
saliva de las algas,
en los senos vallados de las trufas,
en los pubis suaves de los mirlos.
Dormía en las avenas
sobre lechos de estambres
y sus labios de abeja
entreabrían las vulvas
doradas de los lotos.
Acariciaba toda
la luz de las adelfas
y en los saurios azules
se bebía la savia
gloriosa de la luna.
Se abarcaba en los muslos
fragantes de los cedros
y pulsaba sus poros con el polen
indemne de las larvas.
¡Gloria y loor a Ella,
a su útero vivo de pistilos,
a su orquídea feraz y a su cintura!
Reverbere su gozo
en uvas y en estrellas,
en palomas y espigas,
porque es hermosa y grande,
oh la magnolia blanca. Sola!
ORCHIS PURPÚREA
Irresistible lenta, se acaricia
hasta el rigor tensada.
Trasoñar de la carne, ansiosa limitando
su tesoro lunar,
devorador del espejismo la pupila.
Por la pradera inmensa se deslizan los dedos lentamente,
ofrendadas la cera y la penumbra.
Desfallecida sed, como si un ojo,
toda la magma espera
la fundación veraz bajo su tacto,
la estilizada forma
después de que su forma la vacíe.
Y la mano vacila. Pero sólo los ojos
se derramam temblando
blandamente en la herida.
Anaranjada y nácar, la masa de la carne
como un rayo fulgura.
Invisibles lebreles
el aliento se espían en el aire.
Llamándola, la doble llamarada
de los muslos de plata, la garganta,
el cristal de los senos como un lirio,
la lánguida planicie de su vientre
y la confusa orquídea despeinada.
Ella, por siempre Ella,
la gran Narcisea blanca
amándose en la luz, idolatra
su mano, prensadora y ardiente.
Imantada la abeja, circular
en gozo y en lascivia,
tejedora en la flor,
eterna boca.
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